Hay que vigilar a esta chica que acaba de cumplir 23 años el 9 de abril. Conocida en el mundo de los adolescentes como la Bella Swan de la saga de los vampiros Twilight, aspira y, quizás lo logre, a estar incluida en una de las noches del Oscar como nominada a un premio, no importa cuál sea. Y no por el dinero que le pueda proporcionar la estatuilla porque en este momento es una de las actrices mejor pagadas, con los $34.5 millones ganados por su actuación en Snow White and the Huntsman (Rupert Sanders, 2012).
Si alguien la asocia solamente con los libadores de sangre, ese no es su único fuerte. Con apenas 10 años comenzó a filmar su gran éxito Panic Room (David Fincher), estrenada en el 2002. Es la hija diabética de Jodie Foster en un thriller donde ambas se esconden en el cuarto de mayor seguridad de una mansión de lujo que ha sido asaltada por tres criminales en busca de millones escondidos en una caja fuerte.
Al año siguiente trata de repetir la hazaña con Cold Creek Manor (Mike Figgis) como la hija de Dennis Quaid y Sharon Stone, unos neoyorquinos que, huyendo del estrés de la ciudad, compran en el campo una casa con más de un problema inesperado. La crítica fue abrumadoramente cruel: una amalgama de manidos clichés.
La Stewart, encogida de hombros, se zambulló en el 2007 en The Messengers (Oxide Pang Chun, Danny Pang), otro horror de horrores que llovió sobre mojado. Y es que su tez excesivamente blanca, como si hubiera sido victimizada por Drácula, la hacía perfecta para esos papeles. Pero esta niña, proveniente de una familia ligada al medio artístico y que dejó los estudios en séptimo grado continuando su educación por correspondencia, aceptó la invitación de Sean Penn (director y productor) para trabajar ese mismo año en Into the Wild, que fue nominada para dos Oscars, incluyendo el de Hal Holbrook a Mejor Actor Secundario.
Esta sería la película clave para que el director brasileño Walter Salles ( Estación central, 1998; Diarios de motocicleta, 2004) la eligiera como protagonista de On the Road (2012), recreación de la novela de Jack Kerouac, uno de los máximos exponentes de la Beat Generation de la década del 1950.
Con solo una semana de cartelera en Miami y de mala a pésima la reseña de la crítica, de la película solo es salvable la talentosa actuación de la Stewart junto a las de Amy Adams, Alice Braga, Kirsten Dunst y Viggo Mortensen. Pero Kristen no se detiene y ya está en filmación de dos comedias: Focus (Glenn Ficarra, John Requa) sobre un veterano estafador y una aprendiz, y The Big Shoe (Steven Shainberg), ridiculizando el fetichismo de los pies, más intoxicable aun cuando el personaje es diseñador de zapatos. Por si fuera poco, se avecina Snow White and the Huntsman 2, secuela de la anterior del mismo título.
Kristen Stewart está de moda y baila al ritmo que le toquen.